BUSCANDO PISO EN NYC
Cuando decidí venir a estudiar a Nueva York, jamás
pensé que lo más difícil de todo sería buscar piso. Aunque había oído que la
vivienda era carísima, también lo es en Madrid, así que creí que no me
asustaría. Pregunté a todos mis amigos que viven o han vivido en NYC y todos me
decían lo mismo: “Busca en una Web que se llama Airbnb, donde alquilan pisos y
habitaciones por todo el mundo, entre particulares”. Y lo hice. Me gustó mucho
el funcionamiento de la Web, porque te garantizan que todo es legal, pues el
cobro se hace mediante la tarjeta de crédito y te retienen el dinero pero no le
pagan al propietario hasta que no llegas a la vivienda y das el visto bueno.
Pero esta página está más enfocada para las estancias cortas, –yo tenía en mente
venirme los meses de marzo abril y mayo–, y para temporadas largas sale un poco
caro. Otra web que me recomendaron se llama Craigslist, pero esta tenía el
inconveniente de que nadie se hace responsable de los pagos y por consiguiente
pudiera ser que la casa no existiera o que cuando llegaras nadie te estuviera
esperando. Conocido es de todos el timo de la vivienda en Nueva York: anuncian
auténticos chollos en el centro de la ciudad, te piden un depósito que puede
variar entre $400, o un mes por adelantado, y cuando llegas no existe ni
siquiera el número de la calle. ¿Pero cómo saber qué anuncio es autentico y
cual es un timo?
En cualquier caso cuando
vi que una simple habitación en un piso compartido entre varias personas y con
un solo baño en el pasillo, te podía costar alrededor de 1000€, empecé a dudar
que pudiera cumplir mi sueño de vivir tres meses en NYC estudiando
interpretación en inglés.
No dándolo todo por perdido, pregunté a mis amigos
músicos que viajan continuamente a la gran Manzana, para saber cómo lo hacían
ellos. Y me dijeron la palabra clave: SUBLET (Subarrendamiento). Resulta que
una persona alquilada, se tiene que ir unos meses, semanas o incluso días, de
viaje y realquila su apartamento, habitación, etc –para no perder el
arrendamiento–, por la misma cantidad que le cuesta a él/ella, y así no tiene
que dejar el piso.
Reconozco que era la primera vez que oía esta
definición, pero la verdad es que para el que viaja unos días a Nueva York, es
una manera de poder alquilar a un precio razonable. Así que desde cuatro meses
antes de venirme, empecé a correr la voz entre mis amigos por si alguno de los
que vive en NYC sabía de algún sublet. Yo ya estaba completamente dispuesta a
compartir piso con cuatro personas si era preciso –me acordé de la serie Friends y no me pareció tan malo–. Y
surtió efecto porque un amigo contrabajista me dijo que una pintora vecina
suya, se iba dos meses a Madagascar que me pusiera en contacto con ella. Así lo
hice y cuando me contestó el mail diciéndome que ella lo que tenía era un
estudio con baño y cocina y que me lo alquilaba por $870 al mes, por poco me da
un pasmo. Le dije que si, automáticamente, aunque me comentó que aún no sabía
si sería para dos o tres meses. En cualquier caso cerré el trato y seguí
preguntando y buscando para el resto de la temporada. Cuando el mes anterior a
venirme, la pintora me dijo que el piso sólo estaría libre en abril y mayo,
pensé que aunque tuviera que hacer mudanza, merecía la pena alquilarle el
estudio a la pintora esos dos meses y para marzo, ya encontraría algo. Seguí
preguntando y el mismo contrabajista me dijo que un amigo pianista tenía otro
estudio al lado de la pintora en Prospect Park (Brooklyn). Me puse en contacto
con él y empecé a negociar el precio, porque me pedía $1.200 al mes, aunque en
marzo lo tenía apalabrado la primera semana, pero que el resto del tiempo
estaba libre. Conseguí que me dejara en $800 esos veinticinco días de marzo y
le dije que los otros dos meses ya los tenía comprometidos con otro persona. Me
aceptó la negociación y cerré el trato. Ahora sólo me quedaba buscar algo para
la primera semana de marzo. Me hablaron de un par de páginas de Face book para
estos casos: NYC Actor Sublet connection para actores, Secret NYC, y Españoles en Nueva York. Puse varios anuncios allí y me entraron algunos que me pedían un
depósito por adelantado y otros que me decían que para esa fecha no tenían
disponibilidad. Estas páginas suelen ser para largas temporadas.
Un amigo saxofonista que vive en NYC con su mujer
actriz, me dijo que podía quedarme en su casa sin problemas, pero eso si, en el
sofá cama que tienen en el salón. Acepté encantada, pensé que ya tenía el
problema de la vivienda solucionado y me vine a New York. Cuando llegué mi
amigo me estaba esperando y al cabo de la semana me hice la mudanza en el metro
con la ayuda de otra amiga.
Cuando llegué al apartamento del pianista, me
pareció un sueño, con su piano vertical y todo. De hecho llegué a hacer alguna
fiestecita con amigos músicos que aprovecharon para ensayar en el apartamento.
Fui a ver a la pintora y se me cayó el alma a los pies cuando vi su estudio.
Estaba todo lleno de lienzos y óleos con el suelo garabateado y un fuerte olor
a pintura, la cama en medio del “salón” y en la cocina –que se caía de vieja,
como todo el apartamento–, todos los armarios estaban llenos de latas de comida
para gato, al que por cierto había que cuidar mientras ella estuviera fuera. La
pintora empezó a decirme que tenía que pagar aparte las utilidades –que es lo que llaman aquí, al agua, luz, wifi…– y además
darle un depósito de $400 que me devolvería cuando regresara de su viaje y
viera que el piso seguía intacto –aunque era imposible estropearlo más de lo
que ya estaba–. Negocié con ella nuevamente $900 al mes y sin depósito a cambio
de cuidarle al gato, y a regañadientes aceptó pero quería los dos meses por
adelantado para darme las llaves. No me gustaba nada el estudio pero como me
había comprometido y yo soy muy disciplinada, decidí tirar para adelante y
hacerle la transferencia. Cuando volví a mi casa del piano, me dio rabia ser
tan cumplidora pues podría haber negociado este apartamento los tres meses. ¡Pero
en fin!, a lo hecho pecho. Di la orden de la transferencia, le envié el resguardo
por mail y me olvidé del tema. Cuando recibió el dinero, me dijo que le
faltaban $30 y que eso no era lo pactado. Yo no sabía lo que había pasado pero
le dije que si era una comisión que le hubiera cobrado su banco –yo había
pagado otro tanto–, que no se preocupara, quedaríamos para que me diera las
llaves y yo le daría los $30 –de perdidos al rio–. Pero a los dos días me manda
un mail súper enfadada, diciendo que ya no me alquilaba el piso porque yo no
sabía cuidar a su gato y porque le había mandado menos dinero de lo pactado y
además no quería darle un depósito. Yo pensé que esta tía estaba loca, pero aún
así la llamé por teléfono y nunca me lo cogió, tan solo se comunicaba conmigo
por mensajes de texto. Como no hubo manera de hacerle cambiar de opinión, le
pedí que me devolviera el dinero y empecé a sufrir pensando en lo que debería
hacer si no me lo devolvía y se marchaba a Madagascar con mi pasta. Tuve otra
trifulca con la pintora porque solo me quería devolver los $1.770 que según
ella había recibido. Al final conseguí que me lo devolviera todo, pero los
gastos de los bancos, el cambio de divisa, más las comisiones perdí casi 100€
en la transacción absurda, pero al menos tengo mi pasta en el banco y me quedé
más tranquila.
Ahora el problema se plantea en buscar nuevamente piso,
habitación o lo que sea en diez días que es lo que me quedaba hasta el primero
de abril. Me recorrí absolutamente todos los barrios de Nueva York, me conozco
el metro como la palma de mi mano, estuve en Washington Heights que es la zona
donde viven los latinos de todas las partes de Sudamérica. Y como nadie les
quiere alquilar, sus propios compatriotas más avispados son los que hacen el
negocio con ellos. Alquilando un piso grande con varias habitaciones, a las que
le ponen cerradura, y subarriendan cada una por $900, con la cocina y baño a
compartir entre cinco habitaciones. Viven hacinados al igual que en España,
solo que en esta ocasión era yo la que tenía la necesidad de vivir en esas
condiciones. Vi otro piso de esa guisa en el Brooklyn más profundo donde la
única blanca era yo, pero ahí al menos las habitaciones costaban $600
En Washington Heights un cubano llamado Rodrigo, se lo
había montado algo mejor y alquilaba habitaciones más grandes con cama de
matrimonio y TV. Las alquilaba por semanas incluso por días, así que si no te
gustaba podías irte sin problemas. Pensé que esa habitación estaría bien si vienes
unos días a Nueva York y no tienes para un hotel. Aquí costaba $225 a la
semana. Pero tanto en esta como en las otras, tú tenías que llevar la ropa de
cama y las toallas.
Llegué incluso a encontrar a una señora que alquilaba
la habitación de su nieto por $450 con cama junior y escritorio desvencijado.
Después de ver casi de todo y pasarlas canutas en el
metro recorriendo la ciudad –porque cada día arreglan un tren u otro y te ponen
un free shuttle (autobuses) que cubren la línea, teniendo que estar subiendo y
bajando metro arriba metro abajo–, al final encontré una habitación que estaba
muy bien en Crown Heights (Brooklyn). La dueña de la casa –negra y bastante
gorda, como la gente de por aquí– alquilaba el salón de su casa, al que había
acondicionado con una cama, un sofá, una mini nevera, y tenía bastante luz.
Este
ya costaba $1.000, más $65 de la cerradura –que la señora cambiaba cada vez que
venía un inquilino nuevo–, y $25 de limpieza. Aún así era lo mejor que había
visto y decidí quedarme allí compartiendo baño y cocina, con la señora y su
gato –alucinante el tema de las mascotas en NYC–. Cuando le iba a hacer
nuevamente la transferencia, me dice que lo quiere en metálico y por adelantado,
al menos el primer mes, porque se va de viaje un día antes de que yo llegara y
que necesita la pasta. ¿Pero cómo le iba a dar $1000 por adelantado sin tener
ni las llaves y sabiendo que cuando yo llegue, ella no estaría esperándome?
Tras el episodio anterior con la pintora, no me arriesgué y le dije que no. Así
que seguí buscando. Vi prácticamente de todo y nada me convencía, pero se me
agotaba el tiempo. Visité un loft en Williamsburg –La zona más cool de Brooklyn
y ahora de moda– que compartían cinco artistas (cantantes, actores,
bailarines…), en un edificio muy chulo, –una nave reciclada y convertida en
apartamentos donde vive gente de la farándula–, pero era lo de siempre,
habitaciones muy pequeñas con un baño para cinco. Ya desesperada me fui a ver
un piso súper bonito, también en Williamsburg, que la dueña vivía sola –una
fotógrafa y maquilladora muy fashion–, a la que no le llegaba para pagar la
renta y había decidido alquilar una especie de habitación que formaba parte de
un todo –pues el piso estaba completamente abierto, sin puertas, con una cocina
muy grande y un salón muy bonito– donde la privacidad no existía y vivían con
ella dos enormes perros –si bien eran muy mayores y casi no se movían–. No
tenía cama, en el pseudo espacio de la habitación pensaba meter un sofá cama
muy chulo, pero con una especie de colchoneta que yo no sé si para dos meses
era demasiado. Aún así apunto estuve de cogerlo, pero también quería los dos
meses por adelantado, $1.000 al mes y pedir referencias mías a la escuela. Estuve
dudando un montón de tiempo.
De pronto vi un anuncio en Craigslist de un
apartamento por $900 en Times Square, enfrente de mi escuela. Pensé que sería
un timo, así que me fui a verlo. Se trataba de un director de cine italiano que
estaba haciendo un documental y se le había alargado el rodaje. Como no tenía dinero
para una estancia más larga, decidió alquilar la parte de debajo de donde tenía
su cama, que estaba en un altillo. Y en ese “bajillo” había una cama y un
escritorio donde apenas te podías poner de pie. El apartamento era perfecto
para una persona sola, pero para dos, imposible. Pues aún así me lo pensé
porque estaba enfrente de la escuela y me ahorraría al menos en transporte.
Cuando ya estaba desesperada y tres días antes de irme de mi apartamento con
piano, apareció en la escuela una antigua alumna y como yo estaba comentando que
buscaba habitación, ella me dice que está viviendo en otro sublet, pero en un
apartamento para ella sola que le ha subarrendado un pintor, pero que ella se
marcha de gira la semana siguiente y tiene que seguir pagándolo hasta junio, así
que le vendría bien que yo me lo quedara y pagara la renta que eran $1.075. Fui
a verlo y aunque ese día la línea de metro estaba estropeada y tuve que coger
un shuttle hasta su casa mientras llovía a mares, conseguí llegar. Llamé al
portal y era un quinto sin ascensor. Cuando llegué arriba exhausta, vi un
apartamento monísimo y me encantó, pero la compañera me dice que la primera
semana tendríamos que compartir y no había sofá en el salón. Ella me dijo que
comprara un colchón hinchable y durmiera allí la primera semana y que luego
ella me lo compraría. A punto estuve de hacerlo, pero al final una amiga me
pasó el contacto de una compañera suya estadounidense que vive en la parte
oeste de la 111th St, en una casa de lujo de dos plantas. En las que tiene su
habitación y baño en la planta de arriba, y en la planta de abajo: la cocina,
el salón, otra habitación y otro baño. A mi me alquilaría la habitación de
abajo con baño privado. Cuando lo vi me quedé muerta, era todo un lujazo, y en
un barrio casi pijo, el final del Upper West Side. Le dije que si,
inmediatamente. Cuando le pregunté el precio, me dijo que lo que yo pudiera
pagar, le contesté que yo había alquilado a la pintora por $900 al mes y le
pareció perfecto, le dije si le podía hacer la transferencia, a pesar que el
dinero no le llegaría hasta la semana que viene, y no me puso pegas. Todo le
pareció estupendo y me dio las llaves, así que ahora mismo ya tengo casa para
dos meses (espero).