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lunes, 28 de abril de 2014

LA MUERTE DEL TANGO


El pasado sábado 26 de abril, a las siete de la tarde se daban cita un buen grupo de argentinos y otros hispano-parlantes –actrices, escritoras y artistas en general–, alrededor de un libro: La muerte del Tango, del historiador y locutor italiano afincado en España Dimitri Papanikas. Todos ellos se aglutinaron en la prestigiosa librería del Soho de Manhattan en Nueva York: McNally Jackson Books. Y es que este establecimiento es algo más que una simple librería, es un lugar de encuentro donde entre las muchas actividades que allí se desarrollan, hay tertulias literarias en Español, con un buen nutrido fondo de libros escritos en lengua castellana.
El McNally Jackson Books fue el lugar elegido para que Dimitri Papanikas –actual colaborador de Radio3 (Radio Nacional de España), con su programa Café del Sur–, contara lo que le llevó a escribir La muerte del Tango.
En este libro, Dimitri nos muestra la vida de un país a través de su folklore haciendo paralelismos con otros tipos de música y cómo ha ido esta sobreviviendo a los cambios de gobiernos y a las diferentes crisis que un pueblo puede llegar a soportar. Tal y como reza su subtítulo : Breve historia política del tango en Argentina.
“La muerte del tango no es más que una metáfora de un proceso político y cultural todavía activo. Es la historia de un sueño constantemente fracasado: la edificación de una nación que hasta hoy ha existido solamente en las fantasías coercitivas de sus clases dirigentes. Un lento y progresivo proceso de institucionalización estrenado por la dictadura militar en 1976 y que, a través del aporte más o menos consciente de numerosos artistas, intelectuales, políticos y periodistas, pasando por iniciativas como la ‘Ley del Tango como parte integrante del Patrimonio Cultural de la Nación’ (1996) y ‘como parte integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires’ (1998) ha triunfado internacionalmente con la reciente promoción del tango a patrimonio de la Humanidad” –Nos contaba su autor–.

El Tango nace a finales del siglo XIX entre Montevideo en Uruguay y los arrabales de Buenos Aires y Rosario en Argentina, como una necesidad de comunicación entre sus gentes desde 1869 hasta 1940. Y fue esta sociedad de inmigrantes la que lo hicieron posible, pues llegaron a la Argentina ocho millones de personas procedentes de todos los lugares de Europa. Y eso es lo que ha muerto: El Tango como necesidad de una sociedad.
Así presentó su libro el historiador Dimitri Papanikas (1979) quien comentó que el título no era suyo sino del virtuoso del bandoneón Rodolfo Mederos que fue quien creó la frase. Aunque anteriormente el escritor argentino Jorge Luís Borges criticó en algún momento el Tango, diciendo que prefería La Milonga, que no trasmite la melancolía del primero. Borges es autor de la letra de la milonga (ciudadana) "Jacinto Chiclana". Y por tanto fue el primero que dijo que el tango había muerto.
Papanikas tuvo una agradable conversación con la escritora y profesora Portorriqueña afincada en Nueva York: Arlene Dávila, que ya ha editado su quinto libro y numerosos artículos sobre la política cultural en Puerto Rico, y la latinización de Estados Unidos.

Arlene comentaba con añoranza sus veranos en Buenos Aires. Describía cómo aprendió a bailar Tango y explicaba que lejos de lo que se pueda pensar sobre la subordinación de la mujer a la hora de bailar el Tango, es ella precisamente la que lleva el paso y elige a su pareja mostrando un ligero cabeceo. De esta manera da permiso al hombre para que se acerque y pueda así solicitarle un baile. Recordó cómo tiempo atrás ella misma había bailado un tango con Dimitri sin saber quien era y en este acto se volvían a encontrar. Comentaba que Dimitri –por no saber la costumbre del cabeceo–  se lo saltó a la torera y se lanzó directamente a pedirle un baile.
Arlene tuvo palabras halagadoras sobre La muerte del tango. Declaró que se lo leyó de una sola vez y aconsejó su lectura, pues entiende que el tango está ahora más vivo que nunca desde que la Unesco lo nombró patrimonio de la humanidad el 30 de septiembre del 2008.

El acto fue moderado por otra profesora de la universidad de Nueva York, en este caso la cubana Ana Mª Hernández, directora de Latín, quien lleva viviendo prácticamente toda su vida en Nueva York. Ana María quiso resaltar la figura de Dimitri, pues fue ella precisamente quien admirada por la lectura de su libro, decidió llevarlo a Nueva York para que lo conociera el público latino que allí reside.
La nota musical del acto la puso el grupo de Tango El Pulpo –fundador de Tango Factory–, con la voz de Pablo Pereyra y los dos guitarristas que amenizaron la velada.

Tras el vino portugués  que dieron en la recepción, la audiencia se trasladó a un bar cercano: Tango House donde este grupo musical nos deleitó con una actuación completa del sonido incomparable y siempre vivo del Tango.

¿Crees que el Tango está muerto?

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