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lunes, 6 de abril de 2015

El BAILE DEL ÚTERO



El útero en su estado relajado o de buena salud, tiene un movimiento ondulante, como una especie de baile interno que produce placer. Es un movimiento que restablece la concepción de nuestra condición femenina. De hecho, un futuro bebé en gestación, construye toda su biología sobre la sensación que existe en el vientre de su madre.
No puede haber salud social si las mujeres seguimos con el útero bloqueado, obstruido o infartado, por los efectos del patriarcado metidos en nuestro cuerpo.
 El organismo tiene la capacidad de regularse: supura, cicatriza, se broncea…, el cuerpo está vivo y la biología es inteligente. No es admisible que aún sigamos creyendo que los procesos fisiológicos del cuerpo femenino son dolorosos, como la dismenorrea –dolor severo de las menstruaciones, llegando a tener cefalea, fatiga, vómitos y diarrea–.
La fisiología no duele. La biología ha creado el placer para perpetuarnos a través de nuestro cuerpo. Lo que nos duele no son los ovarios, lo que nos duele es un modo de vida que no nos permite a las mujeres ser como somos. Es el efecto de la interrupción continuada, de la libre expresión de nuestra vitalidad femenina.
El movimiento del útero es en sí mismo placentero, lo que duele es que no se mueva, que esté bloqueado. 
El útero es generador de Oxitocina –hormona que regula los procesos de amor, sexualidad, confianza, apoyo mutuo, etc.–, ingeniería biológica. El momento fundamental de nuestras vidas que dirige esta hormona, es el del alumbramiento. Cuando el parto no es interferido, los niveles de oxitocina que alcanzamos, son los más altos a los que llegaremos en la vida. Es un momento clave para determinar cómo se desarrollará el mecanismo de esta sustancia en la vida del bebé, ya que marcará su capacidad de amar. El estado de consciencia al que nos lleva la oxitocina es enorme, y ese momento es cuando desarrollamos el vínculo con la vida. Otros periodos en los que esta hormona está presente son cuando hacemos el amor, cuando nos tocamos, cuando compartimos comida, cuando nos damos un baño caliente, cuando nos miramos a los ojos, al abrazarnos… Todo lo que sucede en clima de confianza y cuidado, está regido por la oxitocina. Por eso es realmente importante cuidar todo este proceso.
Nuestra vida está construida en base a patrones que heredamos de generación en generación. El patrón es la matriz, el molde, la forma que resulta de la infinidad de inercias que somos. Cada uno tiene su particular canon, aunque este se conforme de fuerzas bastante comunes que tenemos normalizadas, y que no nos damos cuenta del efecto que provocan en nuestro organismo. Sin embargo la percepción te cambia cuando eres capaz de mirar una misma situación desde lugares distintos.
Hay una manera de entender que somos enteras, que nuestra vida no está fragmentada, que hay un lugar dentro de nosotras mismas que no está en conflicto, y que desde él podemos reorganizarnos.
Estar bien centradas en nosotras mismas, nos da la capacidad de sostener el vértigo que asoma cuando hemos de sacrificar nuestra postura, y esto sucede en el acto cotidiano, mientras aprendemos un nuevo modo de estar en la vida. Lo que viene después, es la gracia de descubrir que el cuerpo es biológicamente placentero, que la vida es mejor de lo que parece.
Ser mujer es una suerte. Los cambios que suceden en el cuerpo y la psique a lo largo del ciclo fértil son tremendamente ricos, disponemos de la capacidad de comprensión sobre cómo es el proceso creativo en la naturaleza, y esto llevado a los proyectos personales es una puerta a la realización de nuestros deseos. Tenemos que pulsarnos, sentirnos, comprendernos, conocer nuestra cara oculta para saber qué es lo que deseamos. Necesitamos ser mujeres en paz para traer la paz al mundo. Necesitamos ser mujeres presentes para no tener niños perdidos.




Hay un movimiento que trata de restablecer la concepción de la condición femenina, y dentro de él se encuentra el proyecto Uteropías –utopía del útero–. Esta iniciativa consiste en ser conscientes de cómo somos y cómo estamos. Darse cuenta de que transitamos un camino que lleva a la resolución desde dentro; a través de la consciencia corporal, la sensibilidad, la atención en el cuerpo, etc. Necesitamos tomar conciencia de nuestra anatomía, fisiología y del reconocimiento de nuestra biografía. De esta manera conseguiremos recuperar nuestra integridad de mujeres. El objetivo último es restablecer el pulso del útero.


El proyecto lo lleva a cabo Alicia Domínguez; psicóloga licenciada por la UCM en la especialidad de clínica, ahora profesional sanitaria. En sus terapias con mujeres, integra la mirada clínica, la psicosocial, la transcultural, la transpersonal, la perinatal, y todo lo que preceda o siga inmediatamente al nacimiento.
Le interesa la vida intrauterina, el desarrollo embrionario, el cómo se forman las primeras memorias. Trabaja por la salud del útero porque en ese campo ha encontrado el mayor potencial terapéutico y preventivo. Sus terapias, charlas y talleres, le hacen estar en un lugar de membrana, en los que adentro y afuera son una continuación, para poder trabajar a un lado y al otro del útero y conseguir así la recuperación y la protección del mecanismo de oxitocina. Utilizando como principio el estar en el centro, acompaña de esta manera a las mujeres en la liberación de los dolores, cambiando sus estructuras internas, y consiguiendo que la belleza y la fuerza emerjan en ellas cuando se liberan del miedo.
Por otro lado, tiene su consulta –es una palabra invisible, un sonido del silencio que evoca el vacío, un soplo de viento, un silbo… desde el taoísmo, la expresión wu wei, indica el camino de lo que se desarrolla naturalmente–. Ahí, entra en contacto con la versión más esencial: El masaje metamórfico, que es su herramienta más valiosa para este propósito. Creando una experiencia de bienestar que sirve de referencia para el recorrido terapéutico.

“El Ser humano se cura desde dentro, y suele ser en silencio cuando se da cuenta de lo que necesita”.

Esta consulta está situada en la sierra noroeste de Madrid. Aunque a veces Alicia, también se desplaza al centro, pero prefiere trabajar fuera de la ciudad, porque la naturaleza ayuda al proceso terapéutico.
El precio medio de una sesión es de 35€, aunque hay una breve cita previa gratuita en la que se plantean las necesidades y la propuesta de trabajo para decidir si harán el proceso juntas.
“La experiencia de los talleres y las terapias centradas en el útero son muy enriquecedoras. Hay encuentros de un día, como una introducción, charla y/o taller, y  procesos que ocupan entre 3 y 6 meses. Esta posibilidad de desarrollar un trabajo continuado está aportando resultados muy interesantes”.
El útero es el conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. Y por eso es la herramienta de su trabajo.

“El camino de regreso a uno mismo no es fácil, pero el modo de hacerlo es muy sencillo”.

Para contactar con Alicia Dominguez:
Telf. de la Consulta: 619 552 990

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